El reverendo sostuvo a la mujer bala de plata,
bella y diminuta, sentada en la palma de su mano, antes de cargarla en el
pistolón. Después se adentró en el
bosque, bajo la luna llena. Cuando el hombre lobo le salió al paso, le disparó
al corazón. Justo antes del impacto, la mujer bala desvió su trayectoria. Quedó
alojada para siempre entre la punta del ventrículo del hombre lobo y su quinta
costilla izquierda.
18 de septiembre de 2012
11 de julio de 2012
Insurrección
Mis hámsters han montado una guillotina dentro de su
jaula. Esta mañana decapitaron a un muñeco que se parecía mucho a mí. Luego
jugaron al fútbol con su cabeza. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que
hace por lo menos tres días que olvidé rellenar de pienso su comedero.
15 de marzo de 2012
La hija del psiquiatra
Su padre la sometía a hipnosis a la hora de la siesta, cuando ella no había cumplido todavía los cuatro años. A los seis ya la había tendido en su diván para iniciarla en el psicoanálisis y, a los nueve, la introdujo en el concepto jungiano del inconsciente. Fue una buena alumna en la Universidad, su tesina sobre “Combinación de psicofármacos en el manejo de un brote agudo de psicosis” mereció un sobresaliente cum laude. A los treinta la nombraron directora del Psiquiátrico Central. Su pericia a la hora de aplicar electroshock a los pacientes y su habilidad en la práctica de lobotomías se conocieron pronto en toda la comarca.
8 de enero de 2012
Marido Fénix
Nunca muero en viernes. Espero a que mi mujer encienda la barbacoa en el jardín, el sábado a mediodía. Entonces me encierro en el invernadero y ardo. El domingo renazco de mis cenizas y salimos a pasear por el parque. En el vecindario ya murmuran sobre la afición de mi mujer por la carne a la brasa.
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